Por Guillermo Neiman (Investigador Principal del CONICET)
Agradezco la invitación a participar de esta celebración de la que me siento particularmente honrado en primer lugar por ser parte de un evento tan relevante, pero también por el vínculo que me une a amigos y amigas comprometidos con el presente y la historia del Indes.
En realidad, puedo decir que conozco al Indes desde antes de su institucionalización como tal. En mis primeros viajes a Santiago del Estero en los años 80 siempre me sentí atraído por el interés – además de su sensibilidad y generosidad – de un grupo de colegas de las ciencias sociales que desplegaban una intensa actividad de formación, de investigación y de difusión.
Aún en un contexto muy difícil, principalmente desde la sociología y la historia, se permitían hacer una nueva lectura de fenómenos y problemas estudiados, pero también abordar otros temas que no habían tenido la suficiente visibilización así como renovar algunas miradas que probaban ser insuficientes para comprender una realidad cercana pero compleja.
Las preocupaciones sobre qué investigar, cómo hacerlo y para qué estaban presentes en ese entonces y se extienden hasta el presente. El crecimiento del Indes en la última etapa marca su potencialidad para ser parte de una tendencia que marcó la evolución de las ciencias sociales en el país, convirtiéndolo definitivamente en una referencia regional e integrándolo a las redes de investigación en ciencias sociales del país. En este sentido, su trayectoria también refleja las
posibilidades de una necesaria federalización de las ciencias sociales, en articulación con el sistema universitario y con las sociedades locales.
Más allá de los cambios cuantitativos que atravesó, el compromiso del INDES en la formación de nuevas generaciones que se estaban incorporando al ámbito científico-académico fue – y continúa siendo – estratégico. Por un lado, en el marco de la consolidación de líneas de trabajo históricas del Instituto y por otro a través de la mirada hacia nuevas problemáticas y enfoques que permitieron colocar las cuestiones provinciales en el marco de procesos más amplios de escala nacional e internacional.
Así, las temáticas pioneras y su renovación junto con los estudios sobre la dinámica cultural, los procesos políticos, las cuestiones ambientales, los movimientos sociales, entre otros, fueron jalonando un sendero de investigación que expresa las condiciones de un territorio que se estructura con base en una dinámica propia, y no solamente a partir de su lugar particular en la historia y coyunturas nacionales. Esta constituye sin duda una contribución original y significativa del Indes, de la que da cuenta su producción científica, su intervención en actividades académicas, su vinculación con otros actores sociales e institucionales. Y una mención especial para Trabajo y Sociedad que se viene convirtiendo en una referencia de las publicaciones en ciencias sociales y receptor de una diversidad de preocupaciones y debates locales, nacionales e internacionales.
Como todo aniversario seguramente esta será una oportunidad de revisitar el pasado y examinar el presente, pero sobre todo para pensar los retos del Indes para los tiempos que vienen. El punto de llegada actual despeja algunas incertidumbres para el futuro, pero al mismo tiempo plantea nuevas y más desafiantes responsabilidades. Como siempre, calidad y compromiso con la investigación social deberán seguir siendo pilares de la nueva historia del Indes.